Carlos F. Sánchez Ferrer: “Fármacos capaces de inhibir las acciones de las adipoquinas pueden tener un efecto beneficioso sobre las arterias, revirtiendo incluso el envejecimiento vascular”

La primera sesión de #Longevity19 ofrecerá una aproximación a la longevidad desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, el catedrático Carlos F. Sánchez Ferrer explicará las nuevas dianas farmacológicas que existen contra el envejecimiento vascular. Su formación y experiencia le avalan como voz referente en el sector en el que se enmarca este congreso mundial.

En su opinión, ¿cuál ha sido el avance más importante durante el último año en materia de esperanza y calidad de vida?  

No estoy seguro de que haya habido un avance en concreto muy superior a los demás. Creo que existe un acúmulo progresivo de información y que este incremento en cantidad proporcionará eventualmente avances cualitativos.

¿Qué mecanismos del envejecimiento cardiovascular humano se pueden tratar, frenar o revertir?

Ya en el siglo XVIII, Thomas Sydenham, un médico inglés, afirmaba que “A man is as old as his arteries are”, es decir, que un hombre es tan viejo como lo son sus arterias; afirmación que, por supuesto, también vale para las mujeres. Este envejecimiento se puede frenar e, incluso, revertir mediante la implantación de estilos de vida saludables, incluyendo la dieta mediterránea y el ejercicio físico.

Desde el punto de vista farmacológico, sabemos también que algunos de los medicamentos que utilizamos para tratar enfermedades como la hipertensión y la hipercolesterolemia tienen efectos positivos y retrasan el envejecimiento cardiovascular. Las estatinas, que reducen los niveles del colesterol LDL (el “malo”), tienen acciones beneficiosas en las arterias no sólo por este mecanismo, sino por otros, todavía en estudio, que reciben el nombre de efectos “pleiotrópicos”. Los fármacos inhibidores del sistema renina angiotensina, ampliamente utilizados en el tratamiento de la hipertensión arterial, sabemos también que reducen varios procesos patológicos asociados al envejecimiento vascular.

Por otra parte, hay enfermedades metabólicas que tiene consecuencias a veces catastróficas para el sistema cardiovascular, como es la diabetes mellitus tipo 2, característica de personas de cierta edad y, frecuentemente, asociada a la obesidad. De hecho, se consideran enfermedades progéricas, es decir, enfermedades que favorecen el envejecimiento. Hoy en día, para el tratamiento de estas enfermedades, que se denominan cardiometabólicas, se considera crucial encontrar fármacos que no sólo mejoren los aspectos metabólicos, sino sobre todo las consecuencias cardiovasculares.

¿Qué investigaciones se están desarrollando desde el ámbito farmacológico sobre dicha materia?

En obesidad y diabetes mellitus, el tejido adiposo hipertrofiado es capaz de producir y liberar diferentes sustancias, que se denominan adipocitoquinas o adipoquinas, y que ahora se utilizan como marcadores de enfermedad, es decir, su presencia se considera diagnóstica o pronóstica. Nosotros consideramos que estas sustancias, per se, pueden tener efectos dañinos en las arterias y son, por tanto, mediadores que originan el desarrollo de enfermedad cardiovascular. Si esta hipótesis se confirma, las adipoquinas se convertirían en dianas terapéuticas, es decir, en objetivos para nuevos fármacos que antagonizaran estos efectos perjudiciales.

¿Cuáles son las aplicaciones reales (ya en pacientes) de vuestro trabajo hasta el momento?

Las aplicaciones en pacientes no suelen surgir del trabajo de un sólo grupo, sino de muchos y durante muchos años. Nuestro grupo está trabajando sobre todo en analizar los mecanismos de daño vascular de tres adipoquinas (hay muchas más), que son dos enzimas (dipeptidilpeptidasa IV y visfatina), así como una citoquina pro-inflamatoria (interleuquina-1). En este sentido, hay fármacos en el mercado capaces de inhibir la dipeptidilpeptidasa IV, que se usan en el tratamiento de la diabetes mellitus y cuyo efecto sobre la enfermedad vascular está en estudio. También existen moléculas recombinantes y anticuerpos monoclonales que antagonizan la interleuquina-1. Existen ensayos clínicos recientes que sugieren que este último tipo de fármacos pueden ser de gran utilidad en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.

¿Podemos hablar de algunos avances notables en el futuro próximo?

Nosotros pensamos que aquellos fármacos capaces de inhibir las acciones de las adipoquinas pueden tener un efecto beneficioso sobre las arterias, retrasando o, incluso, revirtiendo el envejecimiento vascular. Hay datos experimentales que apuntan en esa dirección y esperamos que en los próximos años estos datos esperanzadores se confirmen en los correspondientes ensayos clínicos adecuados para que puedan ser aplicados en la población general.

¿Por qué considera que es importante que la comunidad científica en particular y la sociedad en general centren su atención en la longevidad?

Una de las características más importantes de nuestra sociedad es el envejecimiento de la población. Vivimos más tiempo y en mejores condiciones y cada vez tenemos más información acerca de los aspectos que favorecen la longevidad, tanto desde el punto de vista genético y biológico como ambiental y social. De hecho, un punto muy importante, en nuestra opinión, es no sólo prolongar la vida, sino sobre todo hacerlo en las mejores condiciones físicas, intelectuales, psicológicas y sociales. Todo ello requiere la participación de diferentes disciplinas científicas y humanísticas, así como un enfoque global por parte de toda la sociedad.

¿Qué diría que significa un encuentro como el Longevity World Forum y por qué has decidido participar?

Es la oportunidad de conocer diferentes puntos de vista, científicos, sociales, económicos éticos, etc., sobre un tema de tanta relevancia como es el envejecimiento humano. Asimismo, es también la oportunidad de difundir nuestro trabajo no sólo en la comunidad de especialistas científicos, sino en la sociedad en general.